viernes, abril 22, 2011

Un sábado a la tarde en Los Dominicos





Los Dominicos es una aldeita artesana al pie de la cordillera, en Santiago de Chile. En mis viajecitos a Chile, cada tanto, me voy hasta allí,no tanto para comprar artesanías sino para adentrarme en sus callecitas de tierra y detener mis prisas en sus verdes, en el sonido del agua que corre por las acequias y en ese tiempo, siempre tan disociado del mío, de sus quehaceres.
Lo primero que te invade cuando te metés allí dentro, es el color, el color de los tejidos y los hilados, que se mezcla con el de la tierra. Hay una especie de rara comunión entre esas cosas tan simples. Luego, son los olores, el humo, las fragancias de los árboles mezclándose con la piedra y el cuero. Me gusta mirarme los pies y verlos llenos de polvo, andar por senderitos estrechos, olisqueando especias o calzándome anillos de hueso.En uno de esos paseos me compré unos cascabeles de esos que usan las machis mapuches en sus rituales ( el machitún), son muy bonitos y tienen un sonido duro, como si todo el aire se precipitara en un gran cuenco vacío y se quedara allí. Las Machi eran médicas o curanderas, que tenían poderes sobrenaturales y quitaban los maleficios o espíritus que causaban el mal a los enfermos.
A veces, cuando estoy un poco intranquila, los hago sonar con su voz tristona y hueca.
Ellos se tragan todo el aire pesado.