Cuando V llegó a mi vida, yo sentí que eso le estaba pasando a otra, no a mí.
Ese yo que yo había sido hasta ese momento estaba olvidado, se había disuelto en el aire. Ahora una mujer despertaba a una realidad diferente. Allí estaba ella.
Yo la miraba con asombro, y tal vez, con un poco de temor. Ella respiraba suavemente y se estremecía un poco cuando yo apoyaba mis labios sobre su piel rosada y suave. Cada vez que se movía o bostezaba yo me sentía más ajena a mi misma. Ese pequeño ser me despersonalizaba, me volvía translúcida. Ella era la dueña de todo el tiempo, mi tiempo había quedado muy atrás. Estaba más del lado de la sombra que de la luz. Mis espacios se volvían cada vez más minúsculos, mis movimientos dependían de sus coordenadas. Ella era mi dueña.
Dormía cuando ella dormía, y despertaba sobresaltada cuando ella cambiaba de posición y se arrepollaba en sus mantitas.
Vigilaba los vaivenes de su respiración, velaba por su sueño, acomodaba mi cuerpo pesado y lento a la marcha de sirena remolona que ella me dictaba.
Yo era su doncella, su súbdito, su esclava.
Ella era la reina.
Cuando abría los ojos en las mañanas y me llamaba con la mirada, yo sentía que nada y nadie en el mundo podía darme tanta felicidad, tanta plenitud. Entonces la acomodaba en mi pecho y sentía el placer de su boquita tironeando para sacar hasta la última gota, y finalmente ese estado de nirvana en el que se sumía satisfecha. Yo seguía el contorno de su rostro con mis dedos, la tibieza de sus párpados cerrados, el calor húmedo de sus labios ligeramente entreabiertos. Cerraba los ojos y la acunaba con las mismas viejas notas aprendidas en los brazos de mi propia infancia.
Así crecimos… acunándonos. Yo a ella, ella a mí.
Aún hoy, cuando ella está velozmente entrando en su adolescencia, solemos acunarnos.
A mí, sentirla contra mi cuerpo me da una paz que no puedo encontrar en ninguna parte.
A ella, no sé, pero intuyo que también le da paz, le da calor, le debe traer algún vestigio de recuerdo de aquel tiempo silencioso y eterno.
Estoy muy orgullosa de mi hija, la veo crecer y cambiar sus colores con la gracia de las mariposas, construir sus laberintos con la laboriosa y tenue sagacidad de la araña, la oigo deslizarse por sus pensamientos con la belleza de la gacela y la clara luz del amanecer.
Me nutro de sus palabras, de sus bromas, de su risa.
La siento amar a sus hermanos y protegerlos como una fiera dispuesta a todo.
Todavía me gusta ver el vaivén de su pecho cuando duerme.
Me gusta mirarla mirar, y entrar en su mundo, cuando ella me invita.
Qué hermoso esto que escribiste.
ResponderEliminarSupongo que los hijos nos sacan las mejores palabras.
(Las peores, a veces, también, pero bué... Esa es otra historia. :) ).
A mi, por lo pronto, de alguna manera me enternece más que me necesiten ahora, que son tan hombres y barbudos y todo lo demás. Supongo, también, que es con una que se sienten en libertad de ser pequeñitos otra vez, y sin ningún tipo de vergüenza.
¡Besos!
Si Mile, ellos saben que hay un espacio donde todo está permitido a nuestro lado.
ResponderEliminarAhora, te confieso que eso de los pibes barbudos, yo aún, lo veo lejano.
Un beso y abrazote!
Cirita: hermosa 'declaración de amor y principios'. Me ha gustado mucho leerte, que placer que tus hij@s tengan una madre que les dé otro vuelo, que les dé 'alimento del alma' ...
ResponderEliminarSí, hermosas palabras, hermosas, me has hecho pensar en la mía, que vive lejos, pero que está muy bien así. No es nostalgia lo que siento, es una sonrisa enorme al recordar los momentos vividos y supongo que de eso se trata la vida ...
Es hermoso lo que me escribiste Gus. Me da mucho placer que mi post te haya llevado hasta tu madre.
ResponderEliminarUn beso
aii mi poost especiaal jajaja ,
ResponderEliminaraii deeos mamita , crreo qe no me van a alcanzar las palabras para decirte cuanto te amo, pero bueeh , lo voy a intentaar jajajaja ,
TE AMO MUCHISIMO CN TODO MI CORAXON ! yo soy re feliz de tener una mama cmo voos graciosa i supeer cool !
te amo muchisimoo
un beeso
adeeoz