El domingo pasado me agarró esa cosa petronesca que me agarra cuando ando medio transparente ( en ese caso andaba así por una bronca laboral, que si bien ya se me fue limando, aún me persiste un pó) y empezé a cacerolear desde temprano.
El resultado fueron estos malfatti de calabaza y espinaca que nos manducamos en familia.
La verdad es que estaban buenísimos, muy suaves ( porque casi no llevan harina, comparados con los ñoquis-bodoques) y la salsita la preparamos en colaboración con mi hijito gourmet M.
Hoy ando bastante bien de humor ( al menos para los años que tengo y las cosas que pasan en el mundo), así que no pienso cocinar para apaciguar las fieras interiores sino "per puro piacere", por lo cual, en el próximo post, les cuento la receta de hoy, y se las muestro con la ayuda de V, quien ha descubierto en la fotografía un nuevo camino a la fama.
Si no me creés, mirala... juná la pose con los anteojitos!
Sí, es pasta, claro, de nuevo pasta. Al fin y al cabo...¿Qué día es hoy?
glups y más glups...
ResponderEliminar¡¡Y qué guapa tu hijita!!
besos.
Yo te digo que ya, pero ya mismito me estoy yendo a probar eso (probar...jajaja...morfármelo de punta a punta sin dejar rastro alguno de comida)
ResponderEliminarQue lindo esta todo...yo también volví.
Te quiero mucho.