domingo, julio 26, 2009

Tlazolteotl

Tlazolteotl
Fuente del museo nacional de antropología de México

El museo nacional de antropología de México es mi regalo “de 45”. Mi cumpleaños ha quedado atrás hace ya algunos meses ( en abril), pero yo me hice mi regalo el día que pisé y recorrí las salas de este museo.
Ya su arquitectura, desde el momento en que estacionó el auto me pareció formidable. La enorme fuente de su entrada parece una piedra de sacrificios, pero lo único que sacrifica es un perenne paso de agua que la trasforma en una gran flor-hongo-regadera que invita a mojarse en su piedra lustrosa. Las salas del museo son espaciosas y huelen divinamente. Todo está perfectamente iluminado y narrado, de manera que si no vas con guía alguno, como fue mi caso, todo sigue siendo igual de claro y mágico.
Vas caminando y a tu paso se abren dioses, mercados, ciudades sol, rostros bellamente tallados en la humildad de la piedra noble, cuchillos ávidos de muerte en la reluciente belleza de la obsidiana. Mujeres majestuosas en faldas de serpientes, adolescentes de maíz, guerreros perfectos en su sed de poder, todo va apareciendo a cada paso, a cada mirada, con cada latido.
Tlazoltéotl, la madre de Cinteotl, dios del maíz, es la “devoradora de la mugre”, de la basura, diosa de la tierra y del nacimiento. Relacionada con la luna y con la sexualidad. Su dualidad, que como tantas otras representa las dos caras, la necesaria simbiosis entre las fuerzas de la creación y la destrucción, nos habla del placer y del pecado, de la vida y la muerte. En algunas representaciones lleva un tocado con un huso de hilar, por lo que se asocia con las hilanderas que tejen el destino de los hombres. Limpia los pecados, pero también incita al placer y la lujuria, y también representa a la “gran paridera”, la patrona de los recién nacidos. Vida y muerte, los dos aspectos del ciclo de la vida. También era la deidad de las medicinas, adorada por hechiceros. En sus manos tiene una raíz, la “raíz del diablo”, para calmar los dolores de parto, su boca está circundada por una mancha oscura, signo de la suciedad, el pecado y lleva una calavera en la nuca, signo de la muerte.
Vida, placer, pecado y muerte… todo eso lleva Tlazolteotl en su pequeña figura, y es mujer, mujer, mujer hasta la médula.

sábado, julio 25, 2009

Aduve por ahí, otra vez











Desde detrás
Viene el viento de otoño:
Entre las hierbas

Jaikus Inmortales. Traducción Antonio Cabezas

Con la hojarasca
Se cuelgan en la red
Tencas de invierno.

Jaikus Inmortales. Traducción Antonio Cabezas

… Entonces les azotó el pecho el frío que anuncia el fin de la redonda medianoche y el principio de la madrugada de terrones de hora, y Gervasio tomó la vereda que iba trenzando el escarpado cerro de cigarras.
A veces la inmensidad no empequeñece. Gervasio sintió que, con su banda, formaba una falange de heroicidad, y que los pies arrastrados por las veredas del monte llegarían a sonar como tropel, como cascos de metal, hasta superar la grandeza de la sierra, y hacerla esclava de su marcha.

Carlos Fuentes. La Región más Transparente

Tres textos aparentemente inconexos, y digo aparentemente, porque no lo son. Los jaikus me dan la armonía que siento mientras escribo esto desde mi hermosa cocina y este trozo de la región más transparente me evoca la sensación de libertad y encanto que provoca en mí mi patria adoptiva: México. Y es que ustedes saben, que andaba por allí.
Estuve casi una semana transitando sus calles, sus aromas, la cálida caricia de su gente, el canto de sus voces, la agudeza de sus sabores. Esa revolución permanente que envuelve y aprisiona desde su historia, desde el nopal, el águila y la serpiente.
Fui muy feliz en México, como lo soy siempre que me rodeo de los que quiero entrañablemente, como lo soy con mi trabajo y con la medicina, esa vieja tía solterona que me amarra entre enaguas bien bordadas y sedas esquivas. México siempre me somete a sus maravillas, que tal vez sean exageradas por mi mente febril?, tal vez, y acaso eso, qué importa. México me vuelve exuberante y olvidadiza, errante entre sus sombras fantasmales, inquisidora de sus comidas sensuales y agresivas, amiga de ese tequila de los dioses.
Cuándo estoy allí, siento siempre lo mismo, que no llegué ayer o el otro día, que estoy allí desde siempre, desde que abrí los ojos y ví a su ángel guardián una mañana como cualquier otra. Una cosa que me fascina es recorrer Coyoacan o El Zócalo y sentir que bajo mis pies están esos adoquines viejísimos y gastados por el paso de la vida.
México se erige en el centro de un llamado ancestral. Guiados por su dios Huitzilopochtli, los Aztecas fundan la ciudad en el sitio donde encuentran un águila posada sobre un nopal devorando una serpiente. Dicen que el águila simbolizaba el sol y la serpiente la noche. Larga fue la travesía, más de 100 años hasta encontrar la señal, una larga travesía de hambre, luchas y muerte. Finalmente, dicen que Tlaloc, dios de la lluvia, los bendice a su llegada al lago de Texcoco, donde más tarde surgirá con todo su señorío y hermosura la magnánima Tenochtitlan. Después de haber recorrido el museo nacional de antropología, esta leyenda se vuelve más real y fascinante como mi amor por la cultura de este país.

jueves, julio 02, 2009

Anduve por ahí

Vista desde la Rosa Náutica
Pisco con típica comida criolla Peruana

Entrada del Swisshotel de Lima
Salida de BA el 25 de Junio ( muy temprano!!)
Bueno, han pasado algunos días desde la última entrada.
Un poco fue fiaca y otro poco haber estado errando por otras tierras.
Estuve en la bella Lima, Perú. Claro que por trabajo, con lo cual, lo poco que puedo decir y mostrar es eso, poco y esto que muestro con modestia.
De todas maneras, viajar me gusta mucho y eso es algo que mi laburo me ha regalado con creces: viajar y conocer gente hermosa, especialmente en Latinoamérica.
Me gusta viajar, me gusta dar conferencias, me gusta probar comidas y bebidas típicas y estrechar lazos con la gente, porque siempre hay gente linda en todas partes.
En realidad, el día antes del viaje estoy un poco ansiosa y no lo vivo muy bien. Me parece un tedio absoluto armar las valijas (aunque ya estoy muy entrenada), ver que m… me llevo por si: 1) hace frio, 2) hace calor 3) hace mucho frío, 4) hace mucho calor, 5) llueve, truena y nieva ( esto último cuando voy a USA y particularmente a Washington, que es muy señorial, muy lindo, tiene museos maravillosos, pero… el frío y el aguanieve me enferman!!), 6) tengo una fiesta, 7) tengo más de una fiesta. En fin, el día antes es puteada tras puteada. Ahora cuando me subo al remis y éste pone rumbo al aeropuerto, mi felicidad es ABSOLUTA. Sin importar a que hora salgo de casa, me vuelvo verborragia pura y converso con el remisero como si nos conociéramos de toda la vida: hablo del tiempo, de la canasta familiar, del colegio de los chicos, de las noticias de primera plana, del urbanismo citadino y que se yo de cuanta verdura más. O sea, felicidad total. Llego al aeropuerto y cada paso a seguir es automático, pero me encanta, y probar el primer café y vagabundear por la librería y el free shop hasta embarcar. Después despegar… siempre es diferente y tan fabuloso!. En el vuelo escribo, leo, escucho música, veo una película, me encanta.
En fin, en Perú un pisco maravilloso, el chileno está bueno, pero el peruano es una “experiencia religiosa” y este plato que me morfé un mediodía, que puedo decirles, dionisíaco. Así visto parece medio menjunje pero estaba buenísimo!!.
La última noche fui a cenar a la Rosa Náutica, un restó muy bueno, que mira hacia el Pacífico. La cena estaba muy buena, pero la compañía mejor, un grupete de médicos muy divertidos y muy amigables.
O sea, un hermoso viaje.
Y mañana… mañana salgo para mi segundo hogar, mi tierra prometida, la casa de Fridita, del Diego Rivera, de Siqueiros, de Chavela Vargas, de Jaime Sabines, de Carlos Fuentes, del subcomandante Marcos… mi casa: México!!!.
Y allí, me espera un congreso que es uno de los que más disfruto siempre, y mis amigos, parte de la gente que más quiero.
Y las enchiladas, el mole, los nopalitos, los tacos y el tequila, el tequila, el tequila.
No me envidien. La envidia es un sentimiento de mierda.