jueves, noviembre 10, 2011

Solo eso

Estamos en un lugar lejano. De a poco nos convencemos que lo que queda por andar es fácil o simplemente reglamentario.
Nada más falaz
Lo reglamentario se ha construido para otras esperanzas.
Lo fácil… para otras edades.
A los que estamos aquí o así (entendiendo por así, un modo, un estado del alma) no nos es permitido ni lo fácil ni lo escrito… el libro está en blanco y hay que tragar en seco y afilar la punta del lápiz.
Total… la vida es eso, un ensayo tras otro, un papel en blanco que espera el primer garabato.
Y nosotros creemos que la historia se escribe cada día, y que la puntuación está a tono con los ensamblajes cotidianos…
No. No es así. Eso es pura ilusión, porque a pesar de todo y las redes sociales, seguimos una marcha al unísono, donde lo que parece propio es muy ajeno,
Donde lo que parece carne, es hueso
Donde lo que nos conmueve es ficticio
Somos un olvido que se sabe final.
Solo eso.

domingo, septiembre 04, 2011

Los afiladores

En cada otoño, suelen visitarme antiguos fantasmas.
Uno, me trae la canción de Serrat que escuchaba en mis primeros años adolescentes, especialmente en las tardes frías de llovizna y que se llama Balada de Otoño:

Llueve,
detrás de los cristales llueve y llueve
sobre los chopos medio deshojados,
sobre los pardos tejados,
sobre los campos llueve.

Pintaron de gris el cielo,
y el suelo
se fue abrigando con hojas,
se fue vistiendo de otoño.
La tarde, que se adormece,
parece
un niño que el viento mece
con su balada de otoño.

Una balada de otoño,
un canto triste de melancolía
que nace al morir el día.
Una balada de otoño,
a veces como un murmullo,
a veces como un lamento
y a veces viento.

Aún recuerdo poner el disco en el tocadiscos y pararme frente a la ventana de mi cuarto murmurando cada palabra.
Mi bufanda verde tejida con punto santa clara también es otro fantasma, mi paso sobre las hojas caídas que formaban un colchón mullido a través de las calles, el viento del sur, los viejos portales conocidos, antes que eso, los barriletes desplegándose sin prisa por el cielo de los potreros del barrio. No hace mucho hablé de los potreros con mis hijos y ellos me escucharon con asombro.
Pero si los fantasmas pueden llegar con cierta demora, o ausentarse algún año, el que nunca falta a su cita es el del afilador.
Su música extraña y lejana, triste y esquiva, recorre aún los laberintos de la evocación sin mancha. La recuerdo como un aviso presuroso, y por eso lo de esquiva, el paso del afilador, con su bicicleta vieja y pesada, era veloz, no esperaba. Si los cuchillos necesitaban chispear su hoja fatal sobre la piedra esmerilada, había que correr y alcanzarlo, gritar su nombre con hidalguía: EHH! afilador!!, y entregarle ese tesoro que bajo el sonido agudísimo de la piedra cobraría nuevos bríos, se volvería más plata o más acero, más asesino. Mi abuela Angelita, siempre tenía cuchillos para afilar, nobles hojas heredadas que renovaban su hambre en cada paso por la piedra.
Y cada otoño, como en aquellas tardes frías de mate cocido y pan con manteca, vuelvo a escucharlo, vuelvo a sentir el filo de la hoja en la flauta triste y lejana del afilador...
A veces salgo corriendo, por temor a que ya se vaya y no vuelva, lo busco con la mirada tumultosa... y ya no lo veo.
¿A dónde se han ido todos los afiladores?

miércoles, agosto 24, 2011

Noche de brownies y galletas de granola

Volver, hay que volver; que importa que la frente esté marchita o que los años se hayan tirado todos juntos a la pileta. Volver, es siempre motivo de celebración. Por lo tanto, hoy, a las seis y media de la tarde me dije ( me susurré)_Chiquilla, es hora de volver a tus fuentes_. Ahora, bién, no lo voy a negar, hubo un trabajo previo, que consistió en una especie de revival durante el fin de semana largo. El viernes, me entregué a los placeres culinarios ( ustedes, mis escasos blogonautas saben que es una de mis debilidades) y preparé una trucha muy grande rellena de setas, tocino y echalotes a la que bañé con un generoso cognac flambeé, y acompañé con un arroz con almendras y piñones y un malbec Saint Felicien que alcanzaba los honores de la famosa "experiencia religiosa". Al concluir la delicada empresa, levanté mi copa y dije: día uno. El sábado, munida de "La filosofía y el barro de la historia" de mi querido Feinmann, la obra completa de Idea Vilariño y una novelita de Daphne du Maurier ( in english) me arrepollé en mi lecho y me dejé llevar por la magia inconmesurable de las palabras. Mi gato, Indi, ovillado a mis pies, completó la escena perfecta del "selfblessedness" del que hablaba Huxley.
Amigos: allí me quedé hasta altas horas del mediodía SIN CULPA ALGUNA. Cuando apoyé mis pies para incorporarme, había consumido ya altas dosis de placer. Esto continuó el domingo y no se detuvo el lunes. El martes, anexé "último round" de mi amado Julio C y comprendí, que hacía mucho que no me sentía TAN BIEN. Durante esta "epifanía" también me llené de recuerdos, volví a viejos patios inundados de sol y tardes apacibles, volví al perfume de mi abuela, a nuestros trasnochados encuentros, a un tiempo que jamás dejó una cuenta pendiente. Volví a mi escencia.
Entonces hoy, me puse a hornear galletas y brownies para mis seres queridos, porque cuando uno se reencuentra con lo más amado tiene que volverse hacia el mundo.
Estoy volviendo...
volviendo a sentir entre la sombra
volviendo a escuchar entre el quejido
volviendo

y me gusta volver " con algo prestado", y elijo este poema de Borges, que me hace feliz cada vez que vuelvo a él, cada vez que arribo a sus voces.

Y la ciudad, ahora, es como un plano
De mis humillaciones y fracasos;
desde esa puerta he visto los ocasos
y ante ese mármol he aguardado en vano
aquí el incierto ayer y el hoy distinto
me han deparado los comunes casos
de toda suerte humana,
aquí mis pasos
urden su incalculable laberinto.
aquí la tarde cenicienta espera
el fruto que le debe la mañana
Aquí mi sombra en la no menos vana
sombra final se perderá, ligera.
no nos une el amor sino el espanto
será por eso que la quiero tanto.


Aquí me quedo...
para empezar

domingo, junio 19, 2011

Sumate a la cruzada

Si hay dos cosas que me gustan a la noche, bien tarde, cuando mis hijos duermen o ya están en un nivel de ruido aceptable, es bloggear o blogear...esa es la cuestión.
Obviamente lo primero que hago es meterme en los blogs de mis inseparables y desconocidaspersonalmente amigas, Abru y Milenius, que tiene unos blogs en los que me siento "como en casa, vió?". Después de postear algún que otro comentario, me voy al mío y me digo: Dale nena, escribite algo.
Pero me quedo ahí, haciendo circulitos con el dedo sobre el vidrio de la mesa, con la mirada perdida, pensando por donde empiezo, si bajé las fotos de tal o cual viaje, si en vez de eso pongo la receta de la pata de cordero o la crítica por la mitad de "leones por corderos" ( pero en realidad debería volver a verla para ser más exactos, no?).
La cuestión es que de tanto dudar, me canso. Entonces leo un par de entradas viejas y me digo: Mejor mañana, más descansada.
Y así, ¿sabés cuánto hace que no escribo de verdad?, un montooooooon de tiempo. Generalmente esto me pasa los fines de semana (cuándo estoy en BA), por lo que si me tocan dos seguidos, al siguiente repito el maldito ritual de deseo-duda-inacción y no escribo un pomo.
Entonces, me he propuesto una cruzada, a la que ustedes ( los pocos que me leen), tienen que suscribirse con pancartas y gritos desaforados de "volvé,, volvé, volvé, te queremos" o cosas por el estilo. Por lo tanto, como dicen en las publicidades de polvos para lavar ropa o desinfectante de inodoros: SUMATE A LA CRUZADA
Quien te dice... por ahí ahora y apoyándome en mi flanco narcisista, me lo tomo con más seriedad

viernes, abril 22, 2011

Un sábado a la tarde en Los Dominicos





Los Dominicos es una aldeita artesana al pie de la cordillera, en Santiago de Chile. En mis viajecitos a Chile, cada tanto, me voy hasta allí,no tanto para comprar artesanías sino para adentrarme en sus callecitas de tierra y detener mis prisas en sus verdes, en el sonido del agua que corre por las acequias y en ese tiempo, siempre tan disociado del mío, de sus quehaceres.
Lo primero que te invade cuando te metés allí dentro, es el color, el color de los tejidos y los hilados, que se mezcla con el de la tierra. Hay una especie de rara comunión entre esas cosas tan simples. Luego, son los olores, el humo, las fragancias de los árboles mezclándose con la piedra y el cuero. Me gusta mirarme los pies y verlos llenos de polvo, andar por senderitos estrechos, olisqueando especias o calzándome anillos de hueso.En uno de esos paseos me compré unos cascabeles de esos que usan las machis mapuches en sus rituales ( el machitún), son muy bonitos y tienen un sonido duro, como si todo el aire se precipitara en un gran cuenco vacío y se quedara allí. Las Machi eran médicas o curanderas, que tenían poderes sobrenaturales y quitaban los maleficios o espíritus que causaban el mal a los enfermos.
A veces, cuando estoy un poco intranquila, los hago sonar con su voz tristona y hueca.
Ellos se tragan todo el aire pesado.

jueves, febrero 17, 2011

Es complicado


Hace ya unos cuantos meses, ví una peli que me gustó muchísimo y, como pasa siempre con todas aquellas pelis que me gustan mucho, echó a rodar mis engranajes.
Esos engranajes que por necesidad y máxima cautela de hacernos incompatibles con nuestra cómoda vida posmoderna, oxidamos a diario para tenerlos bien inmóviles. La verdad es que a mí, últimamente se me aceitan con una frecuencia que da miedo, bastan estímulos muy simples y pequeños para que ellos empiecen a moverse con esa bella coreografía de dientecitos educados y robóticos. Una melodía, una bocanada de aire fresco, un sabor, miguitas de recuerdos, el color intenso de una fruta o una verdura mientras cocino. Otras veces es el calor de mis hijos, sus abrazos, sus besos, un mechón de pelo desparramándose por su frente, un gesto o dos, sus risas…siempre.
Pero volvamos a la peli. Título: “It´s complicated”, o su amable traducción en la línea aérea en que la ví: “No es tan fácil”, que no está nada mal para lo que se viene después y la inevitable traición que significan todas las traducciones, especialmente las del séptimo arte. Igual, la peli se hizo famosa por un espantoso título de fantasía: “Durmiendo con mi ex”, que ya no traduce sino lastima horriblemente por la absurda simplificación del mensaje, todo lo que la película ofrece después. En fín, no voy a quejarme ahora de estas cosillas.
Pero de lo que no cabe duda a lo largo de su argumento, es que efectivamente a cierta edad, y frente a ciertas situaciones, la frase más inteligente que podemos acuñar es esa: Es complicado, y hamacarnos en el jardín como lo hacen Meryl Streep y Alec Baldwin, en un pas de deux realmente muy bueno.
La película es una comedia, y la verdad que lo es, pero de ese tipo de comedias inteligentes y bien pensadas para hacerte reír sin que se te desarticule la mandíbula o tengas que salir corriendo al excusado. Te reís, pero también te conmueve y te identifica con sentimientos y sensaciones que justamente por eso te hacen sonreír con un toquecito de melancolía. O sea, comedia de las buenas.
La trama es bastante sencilla ( otro acierto) y a través de su tejido te va llevando por la historia de hijos graduándose o preparando su boda, parejas rotas que siguen unidas, divorcios poco resueltos ya sea por haberse anticipado o retrasado demasiado. Nada ajeno a la realidad. Y ahí radica lo bueno: recursos simples para entrar y salir de las emociones, de los desencuentros, de las sensaciones, de los deseos, de lo que hubo que reprimir por necesidad y vuelve, de lo que definitivamente tiene que irse, tiene que “lavarse” ( decime si la lluvia casi al final no te lo sugiere) para que vuelva a girar la rueda. Y todo bien, suavecito, lindo.
Aparte de que me gustó la peli, la verdad es que verla a Meryl Streep tan hermosa en su madurez, tan a cara lavada en su actuación es un placer en sí mismo. Y me hizo sentir bien de mi propia madurez, a decir verdad, me confirmó que estoy en el mejor momento de mi vida ( sepan perdonar pero así lo vivo, no es presumir, aunque mi hija V lo piense cuando lea esto).
Hay un momento en que Alec Baldwin le dice que lo que más le gusta de ella es su edad.
Imaginate, ¡no está nada mal que te digan eso!
Gracias Alec.