viernes, diciembre 25, 2009

Mi amigo C

Conocí a C hace siete años. Entonces, él era mi profesor de estadística. Reconocí de inmediato su perfil erudito. Era una época en la que la inteligencia pura me maravillaba mucho más que ahora. Era (y lo es aún, pero ahora es mi amigo y eso cambia las coordenadas) una personilla malhumorada, poco proclive a la sonrisa, afecto a la verborragia ( esto no ha cambiado NADA) y más allá de todo y sobre todo, un excelente docente. Solo una persona con estas características pudo haber despertado en mí el deseo de saber cada día más, de enfrentarme a mis limitaciones con un empeño de superación capaz de derrumbar todas las barreras. Es un provocador, un generador de "urgencia" por saber más, un inductor de objetivos y metas, un maestro. Pocas cosas para C son más sagradas en su vida que su amor por la docencia, me atrevo a decir que sólo una, su amor por su familia. La enseñanza es para él una razón de existir, tal vez la más cierta desde temparana edad, un sino, uno de sus karmas. Podés sentir su entrega cuando lo escuchás dar sus clases, en ese momento él está ahí, y en ninguna otra parte, y sentís el placer que él trasmite conforme va argumentando sus temas.

Una de las cosas que más disfruto de la vida, es generar un vínculo afectivo con mis maestros. Tengo la enorme fortuna de que esto se haya producido invariablemente en mis dos especialidades. Seguir la relación con ellos, pero pasada la etapa del alumnado, ya desde la amistad, es uno de mis grandes placeres y algo que enseño y comparto con mis hijos. Porque entonces, después que dejan su rol de "calificadores" empezamos a compartir la vida, empezamos a intercambiar sensaciones, formas de pensamiento, y vamos construyendo un vínculo en el que el afecto y la familiaridad alimentan la admiración y la hacen mucho más poderosa.

De todos modos, la amistad de C no fue tan sencilla desde un principio, imagino que porque ambos somos seres complicados y de carácter. Me costó bastante tener su confianza y lograr un espacio en su apretado mundo interior. Aún construyo ese espacio, y no es fácil, nada que venga de él es sencillo, será por eso que lo quiero tanto, por esa cosa laberíntica de su personalidad y de su afecto. Penetrar en sus pensamientos es algo que me provoca alegría. Es muy lindo tener ese sedimento cuando estás con alguien, sentir que llenó tu corazón de alegría. Creo que es la condición que marca el sentido de la amistad, la alegría que te queda cuando solo queda el recuerdo.

Algo especialmente valorado por mí es nuestra "amistad epistolar". Hace ya un par de años que compartimos historias de vida, pensamientos, escritores y demás yerbas cotidianas en nuestros mails. A mi, es sabido, me gusta mucho escribir y él estimula muchísimo este hábito. De estos intercambios, ha despertado mi interés por algunos filósofos y autores que desconocía, he aprendido sobre ciertos personajes maravillosos, he vuelto a leer a poetas un tanto olvidados, y he aprendido a deleitarme de plumas como la de Borges. De él aprendí ciertas historias absurdas que jura que son verdaderas pero que yo disfruto más pensando que las ha inventado y me las cuenta para alivianar mis momentos difíciles. Hay una de Anatole France que él sabe que me gusta mucho y cuando puedo, le pido que me la cuente de nuevo, aún a sabiendas de que yo pienso que la ha inventado toda. Me hace reir, y esto es muy bueno.

Pero lo mejor de este ser, es su sensibilidad. Detrás de esa oscura personalidad se guarda un ser de una sensibilidad exquisita. Esto es lo que lo trasciende como amigo y lo hace mi hermano. Y es que C, representa para mí, el hermano con el que siempre soñé. Y esto es un sentimiento relativamente reciente. Siento que aunque pasen los años, las estaciones se sucedan en su fuga repetida y la historia vaya tejiendo sus tramas, él estará allí velando por mi. No importa dónde, a cuánta distancia, él está siempre y lo estará sin exepción. Su incondicionalidad es tal vez la expresión más absoluta de su amistad. Y esto es parte de su sustancia, C es incondicional para todos aquellos que quiere. Este es su don.



Ya no puedo decir más. Por supuesto que siento que todo lo que he escrito es poco y no lo representa, pero tengo mis limitaciones y esto es lo que puedo, al menos hoy.



La mejor manera que encuentro para cerrar esta entrada es con sus palabras.

Este es el último mail que recibí de él. Siento que es bellísimo y me hace feliz compartirlo.



..."Leí estos días una antología poética de Miguel Hernández. Murió cerca de los 40 años y lo asocio a la definición de "lo vital". Era la vida misma escribiendo. Descontrolada, imposible, inefable, formidable, tenue, frágil, indestructible. Todo a la vez. Escribió en los muros de la cárcel donde murió durante la dictadura de Franco:
"Adiós, hermanos, camaradas y amigos
Despedidme del sol y de los trigos"

Sus elegías son perfectas: sólo alguien que amara tanto la vida pudo describir así la pena por la muerte de algunos de sus seres queridos.

No sé por qué he vuelto a leerlo. Siempre me hizo sentir en falta. Alguien tan vivo pone siempre en duda el nivel de nuestros lances con la vida: en lo personal, me da envidia y me hace sentir muerto. No es muerto quizá la mejor palabra: la imagen es la del frío glacial de la razón (el acero quirúrgico) -la "razón de mi vida", mi yo-, contra el fuego de unos leños en una hoguera que calienta, pero que puede carbonizar. No le perdono que me haga sentir así. Y sin embargo...

¿Qué haremos? Comenzaremos un nuevo año. En mi caso, el número 48 de vida en la tierra (el "muerto que habla"!). Nada será sustancialmente distinto: y sin embargo, renovaremos la fe. Qué palabra terrible: Fe. Virtud teologal. La convicción de aquello que no es evidente. Tendremos también la duda, como plantea Sabina: "tenemos la duda y la fe, sumo y sigo...". Con estas dos herramientas, caminaremos hacia una extinción personal cada vez más cercana. Acumulando deudas con nosotros mismos y con los otros, y detritos mitocondriales cada vez más difíciles de ocultar.

Y sin embargo... Sin embargo, somos la naturaleza. Y, Deus sive natura, somos Dios. La Navidad hace renacer en mí la fe en la metafísica de Spinoza, la metafísica de mi Abuelo, que nunca oyó hablar del Judío Maldito, del Sabio de Nietsche. Como toda fe, terrible y consoladora. Y desoladora.

Como el muérdago que, al fin y al cabo, pincha y debe pinchar. Porque esa es su esencia. Que ni los besos debajo de su sombra pueden cambiar."


Una y mil veces, sencillamente, gracias.

martes, diciembre 22, 2009

Good morning sunshine




¡¡¡Ahhh!!!!. Recibir regalos me encanta, me doblega, me fascina y me supera!... me emociona muchísimo.


Hoy volví del laburo, que como saben cambió de lugar físico y entonces Cirita meta con el autito tres horas y media entre ida y vuelta. Pero, en fín, el autito y yo teníamos una "asignatura pendiente", y la estamos saldando. Como les decía, volví de la travesía a tierras ignotas y después de rebolear los zapatos me acerco a la mesa del living, y descubro los "tesoros" que me envió desde Mexico mi adorada amiga V. El corazón se me estrujó como una esponja marina y allí me quedé prendada de mis regalos. Latas de cochinita pibil marca "chata" para los tacos de mis hijitos ( no es maravilloso el nombre?!), adobo de achiote y .... cha, cha , channn: un fabuloso cuaderno de papel reciclado con la foto de Frida y una litografía!!!!!!!!!!!!!. El cuaderno fue elegido por A, esposo de V, que también sabe de mi "fridomanía". En el freezer estaba el otro regalo: una botella de dorado tequila.


Mi querida, querida amiga del alma: Gracias!!!!!. Y gracias A, por tan buena elección.


Cuando le conté a V ( que está de pensionista en casa de los abuelos) que tenía un cuaderno nuevo, me dijo: " Bueno, má, otro más para tu colección de cuadernos en blanco". Y la verdad es que tiene razón, los compro, me los regalan y cuando voy a usarlos, me da penita y los dejo sin escribir nada.


Pero en este caso, me propuse que este cuaderno y sus hermosas páginas grises, serán el espacio que voy a llenar con las vivencias de una nueva etapa de mi vida.


He dejado otra muda. Este último mes de vida ha sido largo como un año, pero aquí estoy, una vez más, "plantando mi manzano".


Es maravilloso descubrirse después de un cambio de muda. La piel se siente diferente, los huesos se reacomodan para iniciar el trayecto, y aparecen brújulas por todas partes.


El cielo se abre más diáfano, la noche se vuelve más complice y las horas más lentas.


Comienzo a recorrer las páginas de una nueva etapa.


Frida, una vez más, me acompaña.


Gracias V, te quiero mucho.


viernes, diciembre 18, 2009

Soñar... ¡qué lindo!

http://www.youtube.com/watch?v=3Xgs5apOfXk

Este video está dedicado a (prepárense):

Claudio, la Pulga, Andrea, Gis, Gus, Annie, Roby, Edgar, Flor, Abru, Milenius, Gus Planet, Un Servidor, YoSusan, Tati, Bler, Vane, Dani, Nico, Alfred, Merce, Montse, Tere, Tía Morita, Jorge A y Ana, Verito, Carol, Nélida, Pedro, Dorys, Oscar, Guga, David, Angélica, Franco, Jorge B, Edgardo, María Luisa, Rubén, Gustavo I.

Y todos los que poblaron mi vida en algún momento y me llenaron de su magia, sus ideas, sus risas, sus sueños, sus amores, sus miserias, sencillamente…su vida.

¡¡¡¡¡¡¡¡Gracias!!!!!!!!!!!!

A todos, a los que están y a los que ya pasaron, y siguen estando.

Cuando calienta el sol...


Y sí, se viene el verano aquí en Ciudad Gótica.
Empieza a hacer “calor” de verdad, las mañanas soleadas dan ganas de saltar de la cama y tomarse un juguito de pomelo bien helado, de salir a correr, de tomar un poco de color en esa piel amarillenta que te dejó un invierno perruno y una primavera inestable.
Huele a jazmines por todas partes y el verde es de un esplendor manifiesto. Por la tarde uno espera la brisa a la caída del sol, y entonces se acomoda en una reposera en el patio y lee mucho, con más ganas, con ganas de que la luz no se termine porque se siente tan bien estar allí, rodeada de plantas recién regadas y de hijos que juegan con poca ropa y en patas, y uno NO TIENE PORQUE PREOCUPARSE de que estén desabrigados, de que salgan en patas o con los pelos mojados, porque ya no le cuelgan los mocos, ni tienen angina, ni fiebre, ni tos, ni ninguna peste por la cual sentirse afligido si desobedecen a las instrucciones precisas de cuidarse.
Se terminaron las clases, y con ello, las angustias por los exámenes y las tareas, los útiles que se pierden invariablemente de un día para otro y vuelven inútiles a las cartucheras, el uniforme que tienen que usar al otro día y no se llega a secar porque hace cinco días que llueve y se estamparon el menú de tres días en él. Y la libreta de notas, y los materiales de plástica que podrían ambientar una peli de Stanley Kubrick, que te salen un huevo y terminan la mitad en la basura.
Con el calor llegan los helados, las frutas de estación, la ensalada rusa y el vitel toné, los licuados y la chocolatada fría ( qué bendición!!, ya no hay que limpiar el microondas cuando se te pasó de caliente y salió eyectada a 3000 rpm). Y lo mejor es que ya no tenés que repetir veintiocho veces que se vayan a dormir porque al otro día no los levantás ni con una grúa, porque al otro día si duermen más es mejor, entonces si se quedan hasta las 3 de la mañana mirando la tele o jugando en la compu o armando legos o boludeando con Indi, ESTÁ BÁRBARO!!!!!!.
Con el calor vuelvo a tener más ganas de leer literatura y de escribir y ya no me siento traumada si no leí el último artículo de la especialidad.
Hace calor, che…no me jodan.

lunes, diciembre 14, 2009

Toma de mi todo


La vida te da sorpresas… sorpresas te da la vida.
Tengo 45 años y soy una mujer LIBRE.
Hace 48 horas, no hubiera podido afirmarlo, pero … el tiempo pasa y nos vamos poniendo tensos ( lo de viejos se lo dejo al autor de la canción). Víctor Heredia dijo algo parecido cuando habló de su esperma urgente. Recuerdo que cuando escuché por primera vez esta canción, dije: Mierda, que afirmación tan atrevida (entendiendo por atrevida una exaltación de la declaración y no un comentario pacato).
La verdad es que en las últimas 48 horas me “cociné en mi caldo”. O sea, reflexión, un poco de acción y mucho más de reacción. Resultado: tengo algo urgente que no viene a ser esperma, sino sangre.
Soy una mujer sanguínea. Soy ariana, dragón: único bicho quimérico del horóscopo chino.
Amo la vida, amo el conocimiento, parí cuatro bellas personitas que llevan mi firma.
Tengo pocos miedos…solo algunos atardeceres aciagos.
Me mimetizo con todo lo verde… doy la cara al sol.
Adoro la tierra que mis pies revelan con cada paso. Conozco la sombra.
Sé llorar con grandeza y lamer las heridas en mis cuevas amadas.
Me enamora el rayo y aprendí a beber la lluvia. Soy un poco infantil…sin perder mi instinto de hembra guardiana.
Cabalgo la espesura… me alimenta la noche.
Soy yo…y me siento única.

domingo, diciembre 06, 2009

Cambio de ruta


Caminante, no hay camino…se hace camino al andar.

Estoy andando.

El viernes pasado ha sido un día de ceremonias. He cerrado una de las etapas más lindas de mi vida laboral. No es fácil decir esto, pero tampoco trágico.
Durante cinco largos años estuve entregada a un trabajo intenso y voraz, y digo esto último, porque me siento orgullosa de todo lo que he logrado durante ese tiempo. Esa voracidad del laburo, fue mutua. Alimentarse del trabajo cotidiano, y no hablo del alimento salarial, sino del otro, del intelectual, que es el que más vale a la hora del silencio, es lo más maravilloso que le puede pasar a una persona. Y esto, me pasó a mí. Fueron cinco años de un trabajo intensísimo, sin horarios, un trabajo que me permitió descubrir la creatividad de la que era capaz, que me acercó a personas y personalidades varias, que me dejó ser libre y desarrollar todas mis capacidades. Lo digo con un enorme orgullo. Fui una abeja en su panal, y hoy, cuando llega la hora del cierre, me siento aún más orgullosa.
Generalmente, cuando se llega a este punto, suele haber cierto grado de zozobra. Nada de eso hay en mi caso.
El viernes comencé mi día recorriendo los lugares de rutina, era un hermoso día de sol que me invitaba a un último ritual: las calles, los cafés, los pequeños comercios aledaños, las vías del tren. Recordé aquellos primeros días, ese café con “una” medialuna que me tomaba en la confitería Ritz, antes de entrar. Allí me armaba la agenda del día, garabateaba ideas, hacía coincidir horarios.
Reviví la primera entrada a aquellas oficinas. También era un día de sol y estaba ansiosa porque presentía que allí había un comienzo. Recuerdo que mientras esperaba para la entrevista, mi mirada se quedó suspendida de un jardín de invierno que centraba las oficinas. Algo dentro mío me decía que allí, en aquel lugar me iban a pasar muchas cosas que iban a cambiar mi vida para siempre. No me equivocaba.
El viernes volví a recorrer ese jardín de invierno, sintiendo a cada paso que allí también, con el cierre de una etapa, se estaba abriendo una dimensión aún más poderosa.
Creo, aunque las leyes de probabilidad me sean incógnitas, que tampoco me equivoco.

viernes, diciembre 04, 2009

Acariciar el dolor


Esta noche viví junto a mis hijos un momento memorable.
Hoy vengo de un día de pérdidas. Saldos negativos, números rojos (como dice C). En síntesis, un alma herida y dolorida.
Desde que llegué, temprano, en la tarde, traté por todos los medios de ocultar mi tristeza, mi desazón, ese sentido de vacío y de pérdida de las cosas añoradas y amadas.
Fingir, ocultar y reprimir se vuelven un hábito cuando uno no desea afligir a esas pequeñeces que viven en un mundo de romances y dinosaurios. Lo sobrellevé bastante bien con la ayuda de un par de whiskys y cigarrillos (aún a costa de una tos perruna que me persigue desde hace unos días), y fuerza, mucha fuerza en los párpados para no derramar uno solo de esos cristales efímeros.
Estábamos solo ellos y yo para cenar. Los invité, a M y a C a ayudar en la preparación de unas pizzas, que a fuerza de mi desgano, surgieron majestuosas de sus diminutas manos. Tanta era mi inercia que hasta dejé que manejaran el horno, cosa que hicieron con certeza y gracilidad. Mi ánimo solo me dejó poner la mesa y cortar las suculentas pizzas que sus “párvulas” manitos habían preparado.
Comenzamos a cenar, pero es tanto el vínculo que hemos creado, que no pude evitar quebrarme en el llanto, cuando los ví allí, tan junto a mi, tan tenaces en su ayuda y su compañía. Entre sollozos les dije que estaba profundamente triste, que ese había sido un día de “cierre de capítulos”, de pérdidas para siempre, como el para siempre de ser felices y comer perdices pero exactamente al revés: o sea un día de duelos. Entonces, se produjo algo que aunque pasen todos los años de mi vida, jamás olvidaré: Los cuatro me rodearon con sus abrazos y sus besos y compartieron mis lágrimas.
Vi como esos hermosos ojos se volvían cristalinos, como T derramaba y secaba inmediatamente sus lágrimas. Me acariciaron la cabeza y las manos como hacía tiempo nadie lo hacía, con la misma ternura que usaban mis padres para exorcizar demonios nocturnos o pesares de infancia. Fui un llanto de niña bajo el consuelo de mis niños-padres. Me resulta difícil explicar el amor que nos unió en ese abrazo de cinco, en esa tristeza llena de razones para mí y cómplice de amor de ellos. No buscaban porqués o causas posibles, lo único que importaba para su ternura era abrigarme, arroparme en su inmenso amor. No importaba comprender los vericuetos del alma herida de su madre, sino acudir al consuelo.
Sentir que un hijo te acaricia el dolor es lo más hermoso que puede pasarte. Es una tibieza que atraviesa el corazón, que lo ablanda, que lo transforma en una revelación de amaneceres.
Ahora estoy aquí, aún conmovida por ese momento que marca un hito en mi historia de madre. Ellos están allí, en sus dibujos y películas de dinosaurios y romances.
Y aunque no lo saben, hoy algo ha cambiado en mi vida…para siempre.