domingo, marzo 14, 2010

Aquí estoy...una vez más


Al fín, después de dos semanas por fuera, he pisado esta tierra, que es la de mis hijos, la de mi tarea, la de mis afectos.
Bendigo una y mil veces a la vida, “que me ha dado tanto”, a veces mucho más de lo que mi mezquina razón puede celebrar.
Andar por tierras diversas, conocer otras culturas, los latidos de otras latitudes.
Y siempre ese sabor de la tarea cumplida, y bien, con el calor de esa gente que va formando parte de mi ruta.
Pero volver, siempre es y será una fiesta.
Me espera ese sabor remolón de un barrio en domingos. La algarabía de esos cuatro fantásticos.
No sé de un lugar que tenga más identidad que el de estas calles, la forma informe y sagrada de los árboles que despiertan de un verde distinto en cada estación. Volver, también me reserva el placer de pisar nuevamente esos territorios que dejo atrás, con un sabor dulce, maravilloso.
Volver a este blog, también me da calor.
Estos viajes me han acercado a escritores amados. Y cada vez que piso los Estados Unidos, está la voz de Sam Shepard o de William Carlos Williams que me susurran palabras, tempranamente aprendidas.

Escribía a mi amigo C, antes de volver:

Cómo decirte...me encuentro en una calle muy transitada, con tráfico en ambas direcciones, semáforos un poco enloquecidos, bocinas, polución, neones furiosos, carteles pegoteados y descascarados que me hablan a medias desde su pasado reciente.

No entiendo bien hacia dónde va la brújula, y es que no es una, son varias y todas marcan su norte en distintos sentidos. La mayoría de las veces no las necesito y casi siempre las recuerdo cuando las siento poblar el fondo de los bolsillos, casi podría afirmar que las he olvidado...o ellas a mi.

El panorama me recuerda mucho algunas imágenes de "perdidos en Tokio", excelente y desoladora crónica de hasta donde puede calar la soledad.

Esta vida itinerante en que se ha convertido mi vida es ahora más tangible, y lo veo en la familiaridad de los rostros que me miran desde diferentes latitudes. Para estas personas, estos amigos que se van desperdigando por diferentes terruños y culturas, yo soy algo así como la "vieja amiga" que siempre está llegando de tanto en tanto. Sin embargo, ellos me reciben con familiaridad. Ya no soy un viajero ocasional, sino más bien, algo parecido a esas primas que vienen de lejos, cada tanto, a llenarse de un poco de sus vidas. Es curioso, cuando vuelvo a verlos luego de meses, o años, me siento muy bien, los observo y me siento parte de sus historias, de su paso por la mía, y encuentro placer en este tipo de relaciones efímeras, esa lejanía me hace sentir muy a gusto. Entonces me doy cuenta que estoy entrando en una cierta complicidad con este estilo de vida.

Habrá que seguir caminando, como el pobrecito Bill Murray, por las fluorescentes calles del Tokio asesino.


Así de simple…o no.

2 comentarios:

  1. Ay qué lindos son los volveres y la dulzura de tus escritos, lo enloquecedor de la ciudad y esos zapatos mamuchi, son fantásticos, ya no me animo a tantas alturas, me duelen mucho los pies después.
    Besos.

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  2. Hola Abru!!!!!
    Que bueno es volver a escribir y recibirte a vos, a Mile, a Gus...los únicos tres que me leen junto con V!!. Bueno, también lo hacen algunos amigos, pero todos comentan " por fuera", los muy B....
    Yo sabía que te iban a gustar los zapatuchis, porque yo sé que detrás de esa práctica señora chancletona de provincias, se esconde una loba como la de Shakira, jajaja!!!!.
    Te quiero loca!

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