jueves, mayo 21, 2009

"¡Pero si sólo le di unos cuantos piquetitos!"


En 1987 ví una película que detonó lo que se convertiría en un largo romance con una mujer fascinante. La peli era "Frida: naturaleza viva" de Paul Leduc y aquella mujer era la inquietante y pasional pintora mexicana Frida Kahlo.
A partir de ese momento, Frida se convirtió en uno de mis tantos "compañeros de camino". Devoré biografías y cuanto artículo llegaba a mis manos. Recortaba y atesoraba fotos y pinturas que aparecían en revistas o diarios. El milagro internet aún estaba lejos para esa estudiante de cuarto año de medicina, por lo tanto todo era escaso... y bello.
Un día se desató la "Fridomanía" y nuestra intimidad fue brutalmente golpeada: por todas partes aparecían frases, tarjetas, pins, carteritas berretas, zapatillas, zuecos, remeritas de morondanga, hebillas espantosas, peines, espejitos y un sin fin de boludeces con aquella carita doliente y desconfiada. Pero como dice la canción: "They can´t take that away from me", y nosotras ya habíamos establecido nuestras ceremonias secretas mucho tiempo antes.
El encuentro tan esperado, llegó seis años más tarde, en el MOMA de San Francisco: Las dos Fridas y yo en una sala que de pronto quedó vacia, sólo para nosotras. No se cuanto tiempo estuve parada, absorta y temblando frente a ese cuadro, lo que siento hoy es que fue un instante único y eterno, que sólo volvió a repetirse un par de años después en Holanda, en el museo Van Gogh.
De la mano de Frida llegó mi amor por Mexico: por sus ciudades, su cultura, su gente, sus comidas. Cuando llegué a esa tierra entendí que, efectivamente, los caminos, como las ruinas de Borges, son circulares. Entendí que Frida no podía ser otra cosa que mexicana: Mexico es estremecedor y adorable como sus pinturas, es rojo, sórdidamente bello hasta el dolor, inquietante, de una exuberancia grotesca y tierna a la vez. Amo ese país con un amor mezcla de madre puérpera y amante alocada. Además, es la tierra de mi gran amiga V y de A, la chaparrita loca y divina y todo esto ya viene siendo motivo " más que sufi" para que mi blog se llame como se llama.
Frida pinta "Unos cuantos piquetitos"en 1935, un año de escasa producción: esta pintura y un autorretrato en el que parece más bahiana que tehuana. Pero no podía ser de otro modo, Frida volvía de Nueva York a Mexico, arrastrando una vez más el dolor del desengaño, que entonces ya hacía tiempo tenía nombre y apellido: Diego Rivera. Ese año, como cada uno de su vida, Frida pinta con la piel y lás lágrimas. Frida no pinta, Frida abre su corazón a destajo y convierte la venganza en aquel autorretrato en el que su pelo es la antítesis del largo cabello de sirena que amaba Diego. Un día lee la crónica de un crimen en el periódico: un borracho mata a su novia asestándole una cantidad increíble de cuchilladas. Cuando el juez lo interroga, el tipo, confuso, exclama: "¡Pero si sólo le di unos cuantos piquetitos!". Imagino que esto divierte a Frida al tiempo que la llena de espanto: ella se siente esa mujer desangrada por infinitos piquetitos de ausencias y engaños... y obediente a su naturaleza, pinta.La sangre desborda los límites de la tela, tal como Frida desborda sus propios límites.
Mucho de Mexico me habla desde ese cuadro.
Mucho de mi misma me habla desde los ojos de Frida.
Desbordo mis límites de tanto en tanto ... también eso está en mi naturaleza.
Por todo esto y en homenaje a una larga historia de amor, mi blog, señores y señoras, lleva este nombre.

2 comentarios:

  1. prestigie nosso trabalho: http://paissanduonline.blogspot.com/

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  2. tu hija me conto esa historia..
    mui interesante.
    Un besito
    Vickirulis

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