sábado, agosto 29, 2009

A mí, estas cosas me pierden

Hace dos semanas, tuve la oportunidad de dictar una clase en el Hospital Centenario de Rosario. Es un bello hospital, como los pocos hermosos y antiguos hospitales que aún quedan también en la Capital Federal, digamos, el Muñiz o el Tornú, hospitales por los que pasé durante mi carrera.
El año que viene, el Centenario hará honor a su nombre, ya que cumple los 100 años de vida. Su historia tiene la sencillez de la vieja aldea, por eso me cautivan estas cosas.
Parece ser que el hospital nació de la mano de un grupo de rosarinos muy emprendedores, liderados por un empresario llamado Cornelio Casablanca, allá por 1910 ( de ahí su nombre), quienes sentían que la ciudad necesitaba un hospital de excelencia que también albergara a la Escuela de Medicina. Así es que, como todas las cosas maravillosas que se lograban en las viejas aldeas a fuerza de que la gente compartiera un deseo y una visión poderosa, se hizo una colecta pública y gracias al esfuerzo de miles de rosarinos, nació el hospital.
Desde el año 2001 está en marcha el Proyecto Hospital Centenario del Bicentenario, que tiene que ver con las reformas y reconstrucción que todos los edificios como este, dedicados a la comunidad, necesitan. Espero que se concrete tal como fue concebido y que sea una realidad como lo fue en 1910 el nacimiento de este hospital.
En fin, hasta aquí la historia.
Ahora, lo que me mata es haberme topado con este cartelito viejito, que se anuncia a la puertas de lo que hoy es un consultorio, con la modesta belleza de las cosas del pasado, de un pasado que te habla desde ese prolijo trazado de cada letra.
Estaba ya saliendo para irme del hospital, y lo veo. Me acerco, lo miro, lo toco, y algo se detiene unos instantes a mi alrededor. Y es que la historia de estos lugares está en estas cosas pequeñas y escondidas, ellas son los mudos testigos de la vieja aldea.

2 comentarios:

  1. De la manera en que lo describís pareciera oler el lugar, aunque el olor de los hospitales no sean agradables a los demás mortales que tanto tememos a los dolores y a la muerte (ajjj ya me puse fatídica) pero...qué delicia Ciri.

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  2. Vio Abru? Ese cartelito me esfumó del tiempo y fue casi como volver a esos pasillos 50 años atrás. Gracias por la receta, dificilonga la suya hermana!
    Besos de Cirita y de V la nueva fan de la Abru

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