domingo, agosto 23, 2009

Dulces para el invierno


Adoro cocinar!
Creo que esto tiene que ver con el hecho de que nací y fui criada en el seno de una auténtica familia de origen italiano, y ya sabemos que si hay algo que caracteriza a este tipo de familias es el hacer de cada acto culinario una ceremonia casi religiosa.
Crecí en la cocina de la casa de mi abuela. De chica, pasaba allí la mayor parte del tiempo. Era una enorme cocina-comedor, en la que se inscribía el acontecer diario, entre el olor a flan y el humito de las cáscaras de naranja que se quemaban en las hornallas. Mi abuela cocinaba sencillo, pero muy rico y muy mediterráneo. Sus padres eran de Messina, Sicilia, así que su menú estaba muy teñido de esa parte de la bota. Sus suegra también era del sur, de Calabria, y mi abuela había aprendido muchas recetas de su familia política. Sin embargo también hacía comida criolla, o sea fusionaba, eso que hoy hacen los chefs prestigiosos y te lo cobran carísimo.
Siempre me aconsejaba: _Vos, si tenés que ahorrar, ahorrá con todo menos con el aceite y el queso de rayar, ESO, tiene que ser de la mejor calidad_
Yo sufría como una Magdalena cada vez que me mandaba a hacer los mandados. _Decile a Julio (el carnicero), que te de un kilo de bola de lomo para Doña Angelita_ . _Pero, abuela, para qué le voy a decir eso, si ya sabe que soy tu nieta y que es para vos!_ _No, vos decile igual, así te da la mejor parte_. Invariablemente yo tenía que dar el santo y seña en cada negocio, en la verdulería, en la granja, porque de esa manera parecía que los productos estaban “personalizados” y eran mejores. Y creo que funcionaba, porque la abuela hacía comidas deliciosas.
Era la época en la que los barrios eran todo nuestro mundo, eran como aldeas con sus patriarcas, sus muertos amados y recordados siempre por las viudas, sus locos, curdas, linyeras, sus vendedores ambulantes, hijos descarriados, solteronas atardecidas. Todavía recuerdo ciertas cosas que me emocionan mucho. Cuando se casaba una chica del barrio había que estar lista para verla salir de su casa rumbo a la iglesia. Ya desde varios días antes se comentaba la noticia por todos los rincones, y ese día, se contaban las horas y minutos para verla salir. Porque entre otras cosas, las novias traían suerte, mucha suerte, del mismo modo que contar los autos del cortejo fúnebre traía muchísima mala suerte.
En fin, del barrio voy a seguir hablando en otras entradas, porque la verdad es que el objetivo de esta entrada era pasarles la receta de un dulce que yo preparo y que me sale REQUETE-SUPERbueno. A ver…
Dulce de pomelos.
Dedicado a mi amiga la Abru
Ingredientes
Pomelos rojos 2 kilos
Jugo de naranjas: una por kilo de pomelos, o sea en este caso, dos
Azúcar: Se puede usar la refinada, pero a mi para los dulces me gusta la morena y lleva un kilo cada dos de fruta, o sea en este caso, un kilo.
Receta
Lavar super-requete-bien los pomelos y cortarlos en juliana no tan fina. Sumergirlos hasta cubrir en agua y dejarlos así toda la noche.
A la mañana siguiente, levantarse con buena onda, prepararse unos mates y organizarse bien todo lo que se va a usar como se ve en esta foto.
Sacar los pomelos del agua y reservar el agua. Van a ver que la consistencia de las rodajas, después de una noche de inmersión es media chiclosa, buenísima para cortarles prolijitamente las cáscaras junto con las pielcitas blancas amargas. Reservarlas. A las pulpitas pomelescas sáquenles todos los carocitos que puedan y descarten. Algunos los usan, yo no.


Ahora pongan al fuego el agua y tiren toda el azúcar de una y revuelvan con cuchara de madera hasta que se disuelva y quede así, como un almíbar ( foto de abajo)

Corten las pulpitas de pomelo con las manos, se deshacen fácil, y échenlas a la olla del almíbar junto con algunas cascaritas. Ojo con esto no echen muchas porque lo pone más amargo de lo que ya será.

Y empiezen a revolver... va a llevar sus 40 minutos, así que piensen en cosas compatibles con esto: leer, hablar por teléfono, conversar con alguien, pensar, tomar mate. Pintarse las uñas indudablemente NO.
Va a ir tomando esta consistencia primero:

Y esta después...
¿Cómo se sabe cuando está a "punto" de dulce? Cuando se pone un montoncito en un plato y se pasa el dedo por el medio: Si los dos bordes del montoncito se unen rápido, le falta, si quedan separados, listo!
Se enfrasca en caliente. Los frascos hay que lavarlos bien y hervirlos boca abajo o meterlos al microondas para esterilizar. A mi en esto me ayuda mi hijita C, que les pasa un algodoncito con alcohol después que los microondeamos y también a las tapitas.
Enfrasquen bien hasta arriba y los ponen a enfriar boca abajo. Cuando estan frios, van derechito a la heladera.
Este es un dulce amarguito, bueno para hacer tostadas con pan negro y manteca, para rellenar madalenas, para acompañar un heladito de crema americana o para hacer un chutney para el cordero al horno.
Anímense, esta bueno.

2 comentarios:

  1. Pero qué honor Cirita, tengo el de berenjenas de Ememe, bah...no dulce sino la receta de las berenjenas al escabeche del que tanto gusta mi actual pareja. Me encanta cocinar también, dicen que la gente creativa disfruta de cocinar y del jardín, no sé si será cierto, pero que es un factor común...sí que lo es....semo recontracreativa mamasa.
    Es un honor realmente...te lo recontracopio te cuento, el que avisa no es traidor.
    Abrazotes.

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  2. Para eso se lo dediqué, para que se lo prepare y se lo manduque con unos buenos mates.

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